Navidad es un tiempo poderoso porque significa tremendas verdades para los hijos de Dios. Son días de gran significación y valor para gozarnos por las buenas nuevas que nos trajo el Salvador, pero además, podemos rescatar verdades que se transforman en grandes oportunidades para nuestras vidas, conquistas espirituales que podemos hacer nuestras para avanzar hacia el propósito de Dios en nuestras vidas.
Este es un tiempo de cumplimiento de promesas
El apóstol Pablo dijo: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que recibiésemos la adopción de hijos” (Gál. 4:4)
Se cumplió el nacimiento de Cristo a través de una virgen. Se cumplió la promesa para Belén y el ministerio de Juan. Se cumplió el tiempo del Reino de Dios.
¡Sí! Estos son días de cumplimiento de promesas. Así como la venida de Cristo fue el cumplimiento profético de lo que Dios había establecido, estos son días para recordarle al Señor sus promesas y reclamarlas en el nombre de Jesús, y Dios hará nacer, dará alumbramiento, a aquellas promesas que ha declarado por mucho tiempo en tu vida.
Dios dijo a través del profeta Jeremías: “Yo apresuro mi palabra para ponerla por obra”. Hay un día de cumplimiento para cada una de las profecías y promesas que el Señor nos ha dado. Y Pablo declaró: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Ro. 8:32)
Que en estos días de cumplimiento de profecías te conceda los sueños, promesas que fueron soltadas sobre tu vida. Dile: “Señor, tú lo prometiste. Señor, lo dijiste por boca de tus profetas. Es el tiempo del cumplimiento de tus promesas. Señor, manifiesta tu poder y manifiesta su voluntad. Queremos ver tu gloria, queremos ver tus maravillas manifiestas en medio de nosotros”.
Este es un tiempo de fortalecer lo que es nacido de Dios
El nacimiento de Jesús estuvo rodeado del mayor conflicto espiritual desde la caída del hombre. Cuando el diablo supo que el plan de Dios se había puesto en marcha, y que el Mesías vendría a la tierra, desató todos los poderes del infierno y a todos sus huestes para impedir que ocurriera. Es notable que, desde que el ángel Gabriel le anunció a María que iba a ser la madre del Salvador, comenzaron los contratiempos para ese bebé y sus padres.
Primero, con un embarazo avanzado María debe acompañar a José a empadronarse a otra ciudad con los riesgos de aborto que implicaba el viaje. Luego, el diablo hace todo lo posible para que al momento del alumbramiento, María no tuviera un lugar seguro y digno para que naciera el niño. Y cuando nada impidió su nacimiento, su ataque fue directo y feroz a través del rey Herodes que, poseído por el mismo diablo, envía a su ejército a asesinar a todos los niños varones menores de dos años que había en Belén.
La premisa era eliminar la amenaza de un nuevo rey. Pero el verdadero motivo era la amenaza a la misma persona de Satanás. Ese niño tenía que morir ¡Todo un ejército de hombres, y todo un ejército de demonios unidos para destruir a un frágil y pequeño niño! Pero Dios no iba a dejar a su Hijo a merced de los poderes del infierno. Buscó a padres como José y María, que fueran no solo fuertes y valientes, sino también padres temerosos y sensibles a su guía. Es notable como los ángeles guiaron a José a eludir las artimañas del diablo, y lo hicieron por medio de sueños.
En Mateo 1:20 vemos que un ángel se le apareció en sueños a José y le informa cómo y quién es el niño que está en el vientre de María. Vemos a los reyes magos advertidos en un sueño del peligro de Herodes. Otro ángel aparece en sus sueños y le manda a huir a Egipto, y le explica lo que hará Herodes. En sueños se le revela a José que Herodes había muerto y había desaparecido el peligro. Una vez más José es avisado por revelación en sueños decide dirigirse a la región de Galilea.
¡No hay ataque, no hay poder de las tinieblas que pueda frenar el crecimiento de lo que fue gestado en el corazón de Dios y cuenta con su favor! Qué importante somos aquellos que cuidamos los proyectos de Dios! Que valiosa es la tarea de proteger y cuidar el niño. Porque toda obra de Dios, por simple que sea está destinada a crecer y darle la gloria a Él.
Ábrete al mover espiritual de estos días. Dios te enviará sueños, ángeles visitarán su hogar, y verás como el Espíritu te guía a velar y guardar lo que estás emprendiendo en el nombre del Señor, y veremos aquellas obras que comenzaron frágiles crecer y fortalecerse bajo la gracia de Dios.
¡Proclamemos un tiempo de fortalecimiento de todo lo que Dios ha engendrado a través de nosotros! Porque “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6)
Este es un tiempo de alabanza y proclama de fe
Otra poderosa verdad es comprender que la Navidad es un tiempo de alabanza y proclama. Sorprende observar como la alabanza y las declaraciones proféticas rodearon la anunciación y el nacimiento de Jesucristo. En los primeros dos capítulos de Lucas vemos como se activó el don profético y la alabanza por el nacimiento del Mesías.
El cielo y la tierra se unieron en aquél tiempo para glorificar al Señor ¡Hagamos lo mismo! En estos días de cielos abiertos vamos a declarar la grandeza de Dios delante de los hombres y vamos a soltar palabras de vida, de paz, de libertad, de sanidad y de salvación. Estos son días para declarar la grandeza de Dios, y soltar palabras de bien, soltar palabas proféticas sobre nuestras vidas, sobre nuestros hijos y sobre la iglesia.
Con la fe de saber que fuimos cortados de la piedra que se llama Abraham, un hombre que le creyó al Señor cuando era uno sólo, y Dios lo llamó, lo bendijo y lo multiplicó.
Recuerda que Dios “llama las cosas que no son como si fuesen” (Ro.4:17) Comienza a alabar y deja que el Espíritu Santo tome tu vida para soltar palabras proféticas sobre tu vida, sobre tu familia, tus hijos y sobre la iglesia.
Profetiza vida sobre los huesos secos como lo hizo Ezequiel. Llama a Lázaro a que se despierte y salga de la tumba. Suelta ligaduras de incredulidad y de pecado de tus familiares.
¡Vamos a profetizar que llegó el día de la visitación del Señor y ahora todos los hombres tienen esperanza a través de Cristo!
¡Es tiempo del cumplimiento! ¡Es tiempo de que toda la tierra sea llena del conocimiento de su gloria!